sábado, 11 de junio de 2011

EL MUNDO QUE ESTAMOS CAMBIANDO.


Globalización = Proceso económico, tecnológico, social y cultural a gran escala, que consiste en la creciente comunicación e interdependencia entre los distintos países del mundo unificando sus mercados, sociedades y culturas, a través de una serie de transformaciones sociales, económicas y políticas que les dan un carácter global.

Libertad =: Facultad natural que tiene el hombre de obrar de una manera o de otra, y de no obrar, por lo que es responsable de sus actos.

Neoliberalismo = Neologismo que hace referencia a una política económica con énfasis tecnocrático y macroeconómico que pretende reducir al mínimo la intervención estatal en materia económica y social, defendiendo el libre mercado capitalista como mejor garante del equilibrio institucional y el crecimiento económico de un país, salvo ante la presencia de los denominados fallos del mercado.

Poder fáctico = Es el que se ejerce al margen de los cauces formales (es decir, que no coincide necesariamente con el aparato del Estado) y se sirve de su autoridad informal o su capacidad de presión para influir políticamente. El poder fáctico ni está legitimado ni siempre busca la legitimación para ejercerse, pero ejerce de facto (de hecho) el poder aunque no lo haga de iure (legalmente) ya que su mera existencia le hace ser determinante.

Una vez examinadas las acepciones de estas palabras que figuran en las enciclopedias, podemos intentar dar nuestro punto de vista sobre los cambios que se vaticinan en nuestra sociedad.

Hace tiempo que nos estamos dando cuenta de la estrategia de distracción que los poderes fácticos están empleando para desviar la atención de la gente sobre los graves problemas que nos atañen. Mantener la atención de la gente en determinados asuntos intentando distraerla para que no pueda pensar, es una táctica que se está empleando desde hace muchísimo tiempo.
 El fútbol, ese movimiento social que mueve a ingentes masas es un recurso que, aunque no lo parezca, el poder emplea muy a menudo para desviar la atención de los ciudadanos. Pero con el fútbol y con los demás eventos deportivos no basta. Se tienen que inventar también “problemas serios” para que el ciudadano reaccione y quiera acceder a las soluciones que el mismo poder que lo ha creado les ofrece para su posible solución. Así, la propagación de enfermedades y epidemias que en los últimos tiempos nos afectan, son sospechosas de haber sido lanzadas por los mismos poderes para buscar la “acción-reacción-sumisión” de la gente. La información que nos llega continuamente por los medios de comunicación de lo que ocurre en determinados países, revoluciones, intervenciones militares …eso está ahí, nos lo ofrecen hasta en la sopa y desvían nuestra atención sobre ello. Pero ¿y de lo que no se informa por el sistema, nos enteramos?.

La crisis económica que estamos padeciendo puede ser también un cebo para que los ciudadanos acepten resignados los recortes sociales que ofrecen como solución para combatirla los mismos poderes que la han creado.

Nos estamos dando cuenta que en el mundo de hoy, los que mandan son los mercados, el dinero en una palabra, no los políticos. Los políticos únicamente hacen lo que el poder del capital les dice lo que tienen que hacer para conseguir sus fines. Y la gente está empezándose a dar cuenta de ello y a hartarse. El retroceso de los derechos sociales (menos salarios, más horas de trabajo, más años de cotización para poderse jubilar, más precariedad en el empleo, recortes en las pensiones, el desmantelamiento de los servicios públicos, el déficit generado en la red hospitalaria, en la Seguridad Social, en las Corporaciones, en las Entidades Públicas… y las continuas privatizaciones de empresas), son medidas que se nos pide aceptemos a la fuerza los que no tenemos culpa de nada. Pero ¿quién tiene la culpa?.

Los Mercados quieren que la gente sea incapaz de comprender el sistema capitalista brutal que han creado.
Los mercados financieros, las subidas y bajadas en bolsa, los informes de las agencias sobre las economías de los países ¿? . Cuando más baja es la educación de la ciudadanía en ese sentido, mucho mejor es hacerle creer que ellos son los verdaderamente culpables de las crisis. El que no sabe, no entiende y el que no entiende se suele callar consciente de .su propia ignorancia. Se intenta que no comprendamos el sistema neoliberal en el que vivimos para que no nos demos cuenta de lo injusto que es. Con la sumisión de los ciudadanos se busca su auto-culpabilidad para anular su posible reacción.

Hace muchos años que la globalización está funcionando en nuestro sistema con participación unánime de todos.

 Todos compramos, todos consumimos y todos gastamos en esta red que mantiene a todos los países desarrollados atrapados. El sistema nos ha metido en esa vorágine sin comerlo ni beberlo.

Los distintos movimientos que ha surgido recientemente (D.R.Y.,el 15 de Mayo…) son los primeros en denunciar ese neoliberalismo atroz que tiene a la sociedad desarrollada oprimida y a la subdesarrollada explotada. El rechazo a la corrupción, la crítica a los políticos, la abolición de la Ley electoral, el hastío del sistema bipartidista, la indignación por el trato que se da a los bancos, la falta de democratización participativa, el horizonte sin futuro de los jóvenes y el agotamiento del sistema social actual, es lo que reclaman esos movimientos según hemos podido leer. ¿Tienen razón?.

Con la lectura de la acepción que hemos buscado sobre el “neoliberalismo” expuesta más arriba, más o menos uno se puede dar cuenta de lo que es. Pero para exponerlo de una manera llana, se podría explicar diciendo que es el capitalismo salvaje que se ha creado pisando los derechos fundamentales de las personas en beneficio de los mercados financieros, para conseguir el máximo beneficio con el mínimo coste. ¿Cómo?. Pongamos un ejemplo: Un empresario neoliberal es el que decide montar una empresa aprovechándose del sistema para fabricar un determinado producto y decide poner su fábrica en un país subdesarrollado, donde la mano de obra está a cargo de gente pobre, sin ningún recurso, incluso niños, ofreciéndoles una miseria por su trabajo y explotándolos para generar el máximo provecho a su producto que le sale, por ese motivo, a precio de ganga.
No le importa lo mal que lo pasa la gente para fabricar su producto. No le importa cómo viven esas personas ni como han tenido que trabajar para su empresa. Le importa únicamente la fabricación de su producto que ha conseguido a un precio bajísimo a costa de la explotación de la mano de obra. Esa ganga, después, la exporta a países desarrollados y tras las campañas publicitarias de bombardeo informativo que todos conocemos para fomentar su consumo, vende su marca por XX X veces más de lo que le ha costado. Nunca girará la vista atrás para ver cómo lo ha conseguido. Sólo le importa el beneficio que le deja ese tipo de mercado. Después, el dinero que logra amasar de esa forma, la mayor parte lo intentará colocar en algún paraíso fiscal para no tener que pagar impuestos a su Estado (reduciendo al mínimo la intervención estatal en matera económica y social, dice la acepción de la palabra en cuestión). Aquí en nuestro país, tenemos ejemplos muy significativos en varios sectores, donde es común que se paguen sueldos muy bajos a los trabajadores, mientras los directivos invierten las ganancias aquí obtenidas en países extranjeros para expandir sus negocios.

Alguna vez hemos visto alguna imagen de niños trabajando en países tercermundistas u obreros hacinados en fábricas totalmente insalubres para producir objetos de lujo que después vemos en nuestros escaparates.

 Seguro que todos lo hemos visto. Pero no hacemos nada. Y el poder del dinero sigue. Y el mercado salvaje sigue, violando los derechos humanos, dañando el medioambiente, fomentando la corrupción y permitiendo la desigualdad de las personas. Y ahora se quiere hacer pagar la crisis que ha creado el propio sistema a los simples trabajadores, a los que no tienen culpa de nada, a los más débiles, a los que no entienden el sistema, a los que se les puede manejar con simples políticas de información distraccionistas.

Pues de nosotros depende poner freno a ese desenfreno. ¿Cómo?. Siendo conscientes de cómo se desarrollan todos los acontecimientos. Habrá que apoyar todas las reivindicaciones pacíficas que se realicen en ese sentido.

Tendremos que apoyar de una manera clara a la gente honesta, que todavía la hay y mucha. Tendremos que apoyar el consumo responsable. Tendremos que comenzar a preocuparnos si ese producto que queremos comprar se ha puesto en el mercadeo respetando la dignidad de los trabajadores que lo han confeccionado. Tendremos que comenzar a no hacer caso de las campañas publicitarias de determinadas “primeras marcas”. Tendremos que aprender a comprar en un sistema de comercio justo lo que de verdad necesitamos, no lo que se nos quiere vender. Precisamente esas “primerísimas marcas” de ropa, calzado, objetos personales, etc. suelen ser las grandes responsables del mercado salvaje que estamos viviendo. Ha quedado demostrado que el crecimiento económico brutal, a costa de todo y de todos, no genera por sí mismo el bienestar social. Tendremos que ayudar a potenciar un sistema económico que sea respetuoso con los seres humanos y nuestro planeta. Que sea beneficioso para todos, no sólo para unos cuantos.

Ese consumismo desenfrenado que se nos ofrece continuamente por los medios, no tendremos más remedio que frenarlo e intentar ser más solidarios con las empresas que nos ofrecen garantías en su sistema de producción. Las hay que respetan el hecho innegable de que un trabajador bien considerado, bien tratado y razonablemente remunerado, es el doble de eficaz que uno explotado.

Si los movimientos que acaban de germinar, logran crecer y arraigarse, respetando a los demás, sin violencia sobre todo, pero con absoluta convicción en sus fines, podremos tener en un día no muy lejano un mundo mejor y en paz.

Antes hemos dejado un par de preguntas al aire y estamos seguros que las respuestas ya las tenemos todos. No hace falta que se intente cubrir la realidad de lo que pasa. Ahora todo se conoce y todo se sabe. Los mecanismos de información que ese mundo globalizado nos ofrece, se hallan al alcance de todos y lo que no podemos hacer es ser indiferentes a esa realidad.

Hay una canción que salió hace ya algunos años que recoge en su letra mucho de lo que hemos escrito. ¿Adivinas cuál es?:

“Los errores no corrigen otros. Es difícil transformar tanta cosa imposible, pero hay que intentarlo.

Hemos de llegar a ver las nubes blancas y no tan negras allí arriba.

Poder navegar sin hallar tantas manchas de aceite en los mares y tanto verde en la tierra muriendo y en las aguas de los ríos los peces desapareciendo.

Ese tal oro negro no es más que un negro veneno y ya sabemos que por todo eso vivimos ya menos.

Es difícil aceptar tantas cosas que no se comprenden. El comercio de armas, las guerras de muertes viviendo.

Querría hablar de alegría y no de cosas tristes, pero no puedo.

Yo no estoy en contra del progreso si existiera un buen consenso.

Yo quisiera ser civilizado como los animales”.

Lo has adivinado. Es la canción “El Progreso” de Roberto Carlos. Una canción hermosísima, que cada día está cobrando más actualidad.

Adiós y recuerda: No seamos indiferentes.

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