domingo, 3 de julio de 2011

LA SAL.- UN APUNTE SOBRE LA INDUSTRIA SALINERA DE LAS ISLAS BALEARES EN EL SIGLO XIX.-




Durante el siglo XIX, la isla de Ibiza era la principal productora de sal de todo el archipiélago balear. La industria salinera que existía en la isla era sumamente importante hasta el punto de ser el único recurso económico y efectivo que tenían los ibicencos. Su sal, de excelente calidad, generaba una gran actividad exportadora.

Muy cerca de San Francisco de Paula, comenzaban las salinas que cubrían en kilómetros y kilómetros las lagunas pantanosas cuyo suelo estaba formado por un barro firme de color endrino con gran contenido en sal. Durante la época de lluvias fluía mucha agua hacia esas lagunas y se saturaba con sal posada en las capas del limo. A consecuencia del Sol, el agua se evaporaba en verano y surgía una costra de sal que iba haciéndose más y más espesa a medida que arreciaba el calor. Toda la zona estaba dividida por diques bajos en campos distintos, cada uno de los cuales tenía su propio nombre. Los diques estaban formados por paredes dobles hechas con sillares que ofrecían una especie de sendero con brechas en diversos puntos para dar paso a las aguas. Además de los diques, existían otros caminos empedrados para facilitar la extracción de la sal que se depositaba en las llamadas “terrazas”. Esa labor de extracción y su transporte hacia el muelle, la realizaban antiguamente los vecinos con sus mulos por un salario convenido con el gobierno que percibían cuando la sal había sido embarcada. Además recibían también dos fanegas de sal gratis para el consumo propio. Ya, a finales del siglo mencionado, esa labor estaba a cargo de empresas que habían comprado al Estado varias salinas o estanques para su explotación.

Por poner un ejemplo, la Sociedad “Empresa de fabricación de sal en Ibiza” se constituyó en Palma ante el Notario Sr. Palou y Coll el 9 de diciembre de 1871 (nº 197) por Melchor Vidal y Salvá, Juan Bautista Socias Oliver, José Artier y Cuevas, José Tur Llaneras y otros, por un capital social de 2.250.000’-pesetas (dividido en 2.250 avas partes de 1.000’-pesetas c/u.) y con el objeto social de la “Explotación de los productos de la misma”. Antes de su constitución, el socio José Artier había comprado al Estado en virtud de escritura autorizada por el mismo Notario el 14 de octubre del mismo año, la salina situada en el Distrito de San José, de Ibiza, con todos sus accesorios y agregados.

Si Ibiza era la principal productora, en la isla de Mallorca, desde siglos atrás, también venía explotándose la sal que se producía en “Ses Salines” de Santanyi con el mismo sistema que el empleado en Ibiza, pero con una salvedad, que cuando no se producían lluvias se recurría al agua del mar que se hacía penetrar en los estanques por unos canales o acequias que los comunicaba con el mar a base de compuertas. La costra de la sal se rompía con azadas y luego con palas se apilaba en grandes montones.


Ese terreno, que por cierto pertenecía al Marqués del Palmer, lo tenía arrendado por 12.000 reales anuales a payeses que recogían la sal y molían en el propio molino que allí habían instalado para su refinado y venta. La explotación en Mallorca tanto de las salinas mencionadas como las de Campos, estaban a cargo de arrendatarios payeses.

También, a parte de la sal producida en las salinas, los payeses recogían para su consumo doméstico la llamada “sal de cocó”, una sal procedente de la evaporación natural del agua del mar que el oleaje arrojaba sobre la ribera.

No obstante, la verdadera industria salinera del siglo XIX se hallaba en Ibiza, de ahí que hayamos reseñado la escritura de constitución de una sociedad mallorquina para explotar una salina ibicenca.



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